martes, 30 de agosto de 2016

Cultura de Roma



La cultura de la Vieja Roma fue el resultado de un esencial intercambio entre civilizaciones diferentes: la cultura griega y las etnias desarrolladas en Oriente (Mesopotamia y Egipto), que contribuyeron a formar la cultura y el arte de los romanos. Uno de los automóviles que más contribuyó a la universalización de la cultura romana, que de súbito fue la de todo el imperio, fue el empleo del latín como lengua común de todos y cada uno de los pueblos sometidos a Roma.

El primitivo calendario romano fijaba la duración de los meses en veintinueve días, doce horas y cuarenta y cuatro minutos con meses lunares de veintinueve o treinta días. El mes era la fracción mayor y el día la menor, si bien después se dividió en horas.

Los romanos estimaban que el día se empezaba a medianoche. Al establecerse el año (de annus = anillo) le fijaron una duración de diez meses (sistema decimal), mas después, por repercusión griega, se pasó por año de doce meses, con trescientos sesenta y ocho días y ¾ de otro, con meses de treinta y veintinueve días de forma alternativa, y cada un par de años un año con trece meses, ajustándose progresivamente el sistema eliminándose o bien agregándose días. De esta manera se estableció un año que empezaba en primavera (en el mes dedicado al dios de la guerra Marte, esto es el mes martius = 'marzo'), entonces proseguía el mes que se abre (aprilis = 'abril'), el del desarrollo (maius = 'mayo') y el del florecimiento (junius = junio). Entonces los meses proseguían por orden del quinto al décimo: quintilis (julio), sextilis (agosto), september (septiembre), october (octubre), november (noviembre) y december (diciembre); proseguía el mes de apertura de los trabajos agrícolas (januarius = enero) y el mes de las purificaciones (februarius = febrero). Si se agregaba otro mes, este no tenía nombre mas se le llamaba mercedonius por estar consagrado a la paga.

Con los progresivos reajustes se fijaron meses de treinta y uno días (marzo, mayo, julio y octubre), de veintiocho días (febrero, que cada 4 años tenía veintinueve días) y de veintinueve días (el resto), intercalándose un mes de veintisiete días cada un par de años. De esta manera el primer y el tercer año del ciclo tenían trescientos cincuenta y cinco días cada uno; el segundo año trescientos ochenta y tres días; y el cuarto año trescientos ochenta y dos días, es decir en conjunto mil cuatrocientos setenta y cuatro días. Cada mes se dividía en semanas de entre cuatro y nueve días: la segunda y cuarta semana del mes eran de ocho días, la tercera de nueve días (salvo en el mes de febrero que eran ocho y en el intercalar que eran siete) y la primera semana era de seis días en los meses de treinta y uno y de cuatro en el resto. El anuncio de la duración de la primera semana se llamaba anuncio de las datas, a las semanas de 9 días el noveno día se llamaba nonae o bien novenas y al primer día de la tercera semana se le llamaba idus (o bien ides). A cada periodo de 5 años se le llamaba quinquenio, debido a que se hacían sacrificios (lustrum) el año tras la revisión del censo que era cada 4 años.

En los primeros tiempos la medicina romana era considerada mágia o bien religión. Sin embargo, se sabe que los etruscos, mañosos practicantes de la adivinación, asimismo lo eran en la fabricación de prótesis bucales. Una ley atribuida al rey Numa prescribía la cesárea cuando la madre moría ya antes del parto, para salvar al pequeño. Mas no mienta ningún médico. Seguramente cada uno de ellos hacía lo que sabía en el caso de necesidad. En un instante la medicina griega hace una aparición en la cultura romana. Cuando el primer médico heleno llega a Roma (Arcagato de Esparta, doscientos diecinueve antes de Cristo), Catón se opone a la admisión de esta y otras novedades que teme van a helenizar, o sea, a empezar la decadencia de la ciudad de Roma. Y propugna la vuelta a la medicina tradicional (en su caso, por servirnos de un ejemplo, eran panaceas la col y el vino). La medicina griega que llega a Roma viene dividida en 2 escuelas:

La de Hipócrates, persuadido de la vis medicatrix naturae y por consiguiente seguidora de un procedimiento pendiente, consistente en no enojar el curso de la enfermedad. Hipócrates afirmaba que lo primero era no hacer mal (primum non nocere).
La de Asclepíades, por su lado, era partidaria de actuar a fin de que la sanación se generase cito, tuto ac iucunde (veloz, segura y gratamente) por el hecho de que quien cura es el médico, no la naturaleza. Usaba dietas, masajes, fármacos y música. Llegó a practicar la traqueotomía.
En tanto, en las obras de Celso hallamos descritas operaciones de cirugía plástica, extirpación de pólipos nasales, amígdalas, etcétera Galeno (ciento treinta-doscientos) ya practicaba la disección de cadáveres, mas con animales, pues estaba muy mal visto el estudio anatómico de cadáveres humanos. A juzgar con lo que apareció en la casa de un médico de Pompeya, los materiales quirúrgicos no eran exageradamente toscos. Existen rastros de que conocían el espéculo bucal y las propiedades asépticas de determinados linimentos. La enseñanza de la medicina era privada y no había títulos. Cualquiera podría practicarla, aun en la temporada imperial cuando exoneran a los médicos de abonar impuestos y del servicio militar. La mayor parte de los médicos eran helenos y judíos. No hubo un enorme avance de la medicina en la civilización romana debido a que no había interés por la investigación experimental, y pues se obsesionaba con redactar libros de medicina en verso. Sammórico (inventor de la fórmula mágica Abracadabra) fue el introductor de esta moda que regirá la Edad Media. En lo que se refiere a la organización sanitaria, la enorme aportación de la ciudad de Roma en este campo es el sistema hospitalario, sin embargo, sus principios eran no más que la habilitación de un cobijo a fin de que pudieran fallecer los enfermos pobres: la llamada illa tiberiana. Con la extensión del imperio, se fueron creando los centros de salud militares en lugares estratégicos. Tras estos centros de salud, aparecieron los centros de salud de caridad. El primero en la ciudad de Roma lo creó una mujer llamada Fabiola en el siglo IV a. de C. Por otro lado, una esencial novedad en la higiene fue el abastecimiento de agua a la urbe. Una red de acueductos aportaba a Roma más de mil millones de litros al día.

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